Por Sergio F. Carbone

Magister y Profesor en Filosofía

 

 

 

 

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EL VALOR DE CONOCER: UNA APROXIMACIÓN AL ‘BUEN VIVIR’.

HACIA OTRA DIMENSIÓN DEL CONOCIMIENTO (2001)

 

 

 

-Ahora bien, ¿establecemos la aritmética, la geometría y la astronomía como enseñanzas para la juventud?

-Opino que sí, porque conocer con exactitud el momento del mes y del año en que nos encontramos ha de interesar no solo al agricultor y al navegante, sino también al estratego.

-Me haces gracia. Temes o pareces temer que el vulgo te reproche la prescripción de enseñanzas inútiles. Estas de que hablamos tienen considerables ventajas, pero es difícil hacer comprender la más importante, o sea la de purificar y reavivar el instrumento del alma, corrompido y cegado por otas ocupaciones, y que es preferible conservarlo, mas que salvar diez mil ojos, pues solamente por él se contempla la verdad

                                                                  Platón ,República,527d sigloV-IVa.C

 

Los griegos...siempre los griegos. Tal vez si nuestro vivir fuera un "buen vivir" no deberíamos recurrir a ellos, al menos con la romántica nostalgia de quienes sentimos como educadores y habitantes del mundo actual, la pesada carga de ver todo valor reducido a la utilidad.

En el pasaje citado en el encabezamiento de este artículo, Sócrates le señala a su interlocutor el aspecto más elevado del conocimiento: el saber como instancia purificadora del alma, la aprehensión de la verdad en virtud del placentero y desinteresado conocimiento por el conocimiento mismo. Esta interpretación del conocimiento es el efecto de la forma en que los griegos concebían a la naturaleza: un todo en el cual reina una armonía perfecta, eterna, divina; siendo entonces la naturaleza algo armónico y perfecto, no hay necesidad ni posibilidad de gobernarla  o dominarla; razón por la cual, al hombre solo le resta la función de conocer las leyes que rigen en ella .

Conocerla , imitarla y vivir conforme a ella son las máximas que darán dirección al obrar humano y conformarán el "buen vivir" de los griegos.

Dos mil años más tarde, con el advenimiento de la Edad Moderna, comenzó a gestarse la sociedad tecnológica de nuestros días a partir de los grandes cambios que produjo la Revolución Científica durante los siglos XVI y XVII con Copérnico,Descartes, Kepler, Galileo y Newton, las Revoluciones Políticas en la Inglaterra del siglo XVII y en la Francia del XVIII más la Revolución Industrial inglesa en el XVIII. Todo esto fue posible merced al giro que se produjo en cuanto a la concepción del conocimiento. A partir de aquella época, el conocimiento pasó a ser un instrumento; un medio para dominar la naturaleza. Con la idea de progreso como horizonte, Bacon (en el siglo XVI) acuñó la frase "saber es poder". El conocimiento pasó a ser un mero útil que le permite al hombre dominar la naturaleza en la que solo ve una fuente de recursos privándose así de otro tipo de contacto con ella. Enfrentándose a ella la transformó en "objeto", generando de este modo, por un lado una mutación de valores y por otro, la imposibilidad de establecer otras formas de relación con ella independientemente de la técnica (como por ejemplo sentirse parte de ella, imitarla en lugar de someterla, re-crearla a través del arte,etc.).

La omnipotente razón humana dice: con la ciencia y la tecnología domino la naturaleza pero ...¿tendrá "razón" la razón?...La otra cara del progreso parecería indicar que no. La lista de los desequilibrios ecológicos es muy larga y el peligro de un desastre nuclear, latente. Foucault (pensador francés del siglo XX) sostiene que donde hay poder siempre hay resistencia; entonces...,¿no será que la naturaleza "resiste vengándose" ante la pretensión humana de conquistarla? ¿Esta situación de malestar , desconfianza y peligro en que vivimos por los efectos negativos (naturales y sociales) de la tecnología, se solucionan con más tecnología?...,¿el desarrollo científico-tecnológico debe proseguir sin limitación?...,¿cuántos habitantes del mundo están tecnológicamente excluidos; no tienen acceso a los efectos de la tecnociencia en cualquiera de sus formas, son "marginales tecnológicos"?, seguramente centenares o miles de millones. No se trata de negar la ciencia y la tecnología, ni siquiera de condenarlas. Tal vez la cuestión pase por entrecruzar los conocimientos científico-tecnológicos con otros saberes que apunten a la reflexión ética y a la afirmación de valores tendientes a poner el acento en los fines y no en los medios que sacralizaron los procedimientos de las tecnologías (duras y blandas; desde la física hasta la psicología social) sin tener en cuenta sus consecuencias.

Si educar implica fundamentalmente y entre otras cosas adquirir valores, ¿inculcamos como docentes en nuestros alumnos el valor intrínseco del conocimiento como fin en sí mismo?...,¿hacemos lo propio como padres, invitando a nuestros hijos a disfrutar aprendiendo?

Tal vez así se abran las puertas de una aproximación al "buen vivir" estableciendo otros vínculos cognitivos y relacionales con nuestro entorno.

 

                                                         Magister y Profesor Sergio F. Carbone          

                                                         mail carboneser@yahoo.com.ar