Por Sergio F. Carbone

Magister y Profesor en Filosofía

 

 

 

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KANT: JUICIOS ANALÍTICOS, SINTÉTICOS Y SINTÉTICOS A PRIORI (1995)

 

 

 

Introducción

 

El objetivo de este trabajo consiste en llevar a cabo un análisis de aquellas entidades a las cuales Kant llama “juicios” tendiente al esclarecimiento de las mismas, ya que el conocimiento (teniendo en cuenta que para Kant conocimiento equivale a saber científico cuyo modelo es la ciencia físico-matemática tal como fuera sistematizada por Newton), está constituido por juicios.

El desarrollo apuntará a la exégesis del material bibliográfico utilizado con el propósito de establecer la esencia o naturaleza de los juicios, clasificarlos y señalar sus características para poder arribar sobre esta base a las conclusiones que aparecerán al final del trabajo.

 

 

 

DESARROLLO

 

En primer lugar surge la necesidad de establecer una ontología de los juicios o expresado en forma de pregunta: ¿qué tipo de entes son aquellos que Kant llama juicios?

Como ejemplos para ilustrar los juicios, Kant se vale de oraciones, segmentos lingüísticos con sentido: “todos los cuerpos son pesados”, “siete más cinco es igual a doce”, “en toda comunicación de movimiento tienen que ser siempre iguales la acción y la reacción”, etc. En virtud de esto, podríamos pensar que Kant establece una sinonimia entre juicio y oración.

En la Crítica de la Razón Pura, Kant define juicio como la manera de referir conocimientos dados a la unidad objetiva de la apercepción (1), lo cual implicaría que los juicios son “procedimientos mentales” (y no objetos lingüísticos) llevados a cabo por la facultad del entendimiento que enlaza las representaciones conforme a las categorías en la unidad de la conciencia; de allí el carácter objetivo de los juicios. Y lo que llamamos oraciones, entonces, serían los objetos lingüísticos en virtud de los cuales expresamos los juicios.

Esta caracterización que hace Kant del juicio como modo de reducir conocimientos a la conciencia    (en la Analítica de los conceptos) difiere de la caracterización tradicional que se aceptaba desde Aristóteles: el juicio es la representación de una relación entre dos conceptos, en la cual se adjudica o se niega un predicado a un sujeto. Si bien esto no le resulta falso, Kant lo considera insuficiente (2) porque no se determina en qué consiste esa relación.

El juzgar (formar juicios) es un procedimiento, un acto del entendimiento (facultad de pensar) conforme al cual se unen o enlazan el concepto sujeto y el concepto predicado –hasta aquí nada nuevo- en la unidad objetiva de la apercepción, que oficia como unidad de enlace de todas las representaciones. En todo juicio donde se adjudica un predicado a un sujeto (informativo) está la cópula “es” o “son”, y al afirmar que tal cosa “es” de determinada manera no estamos sosteniendo que subsiste así independientemente de toda conciencia sino que las determinaciones que le atribuimos se las asigna cualquier conciencia dado el carácter universal de ésta. El lazo o cópula “es” une en una conciencia los conceptos que compondrán un juicio; conciencia universal y objetiva porque vale para todo conocimiento de objetos y es común; no depende de circunstancias contingentes e individuales porque esta conciencia no es subjetiva, no es la conciencia individual que reúne representaciones casuales como en los procesos de memoria o la fantasía. Es la conciencia común y objetiva que hace del conocimiento físico-matemático un saber de tipo universal (3).

Cabe destacar –respecto a lo señalado hasta ahora- la importancia del parágrafo 19 de la Crítica de la Razón Pura porque es allí donde Kant manifiesta su insatisfacción en lo referente a la explicación que dan los lógicos del juicio en general; no solo porque “no se determina en qué consiste esa relación” entre conceptos (cuestión decisiva a los efectos de este trabajo) sino porque además su explicación es aplicable solo a los juicios categóricos y no a los hipotéticos y disyuntivos dado que estos últimos no implican una relación entre conceptos sino entre juicios (tema éste desarrollado y ejemplificado por Kant en el parágrafo 9).

Es sabido que Kant clasifica los conocimientos o representaciones (toda referencia conciente a un objeto) en intuiciones y conceptos; las primeras son sensaciones o percepciones –y por lo tanto particulares- los segundos son abstracciones y tienen carácter reflexivo –por lo tanto universales-. Curiosamente los juicios no aparecen en esta clasificación de los conocimientos; pero las representaciones son referidas a un objeto, y objeto es “aquello en cuyo concepto lo múltiple de una intuición dada es reunido. Ahora bien, toda unión de representaciones exige unidad de la conciencia en la síntesis de las mismas. Consiguientemente la unidad de la conciencia es lo que constituye la referencia de las representaciones a un objeto, por tanto su validez objetiva y consiguientemente aquello por lo cual llegan a ser conocimientos y sobre lo cual descansa la posibilidad del entendimiento mismo” (4). Esta larga cita sirve para señalar que el juicio es el modo de operar esta reducción a la conciencia (5).

La unidad de las intuiciones se representa como una unidad que pertenece al objeto y que lo determina. Esta relación de representación está referida al objeto, pero de esta manera queda también establecida la relación con el yo; con el sujeto (6). La conciencia de sí es el fundamento de toda conciencia de objeto y toda conciencia de objeto es una manifestación necesaria de la conciencia de sí. En la definición kantiana de juicio, la referencia al yo se denomina apercepción, y en la apercepción el sujeto se opone al objeto teniéndose presente a sí mismo.

Hay entonces dos definiciones de juicio: la tradicional y la postulada por Kant. Lo señalado hasta ahora pone en evidencia que la definición kantiana no constituye una mera ampliación de la tradicional, sino que implica una visión más radical y profunda que está puesta en el contexto de una ontología del conocimiento humano que la filosofía crítica de Kant trata de dilucidar para responder la pregunta por la posibilidad de la metafísica ya que si ésta es realmente una ciencia, ha de ser la más elevada dada la jerarquía de sus objetos de estudio.

En la introducción a la Crítica de la Razón Pura, luego de establecer la distinción entre conocimiento puro y el empírico, Kant pasa inmediatamente a tomar en consideración la diferencia entre juicios analíticos y juicios sintéticos; prácticamente constituye entonces este distingo el punto de partida del pensamiento crítico kantiano.

Los juicios analíticos son aquellos en los cuales el predicado está contenido implícitamente en el concepto del sujeto. La denominación de estos juicios viene de disolver, desplegar, descomponer, de modo que analizando el concepto del sujeto, es decir dividiéndolo en sus elementos conceptuales, encontramos como uno de esos elementos el concepto del predicado.

El ejemplo de juicio analítico que da Kant en la Crítica de la Razón Pura es el siguiente: “todos los cuerpos son extensos”; desplegando el concepto del sujeto (cuerpo) hallamos el concepto del predicado, la extensión está contenida implícitamente en el sujeto.

Podemos tomar en consideración este otro ejemplo: “todos los cuadrados son figuras”. Aquí también el predicado está contenido en el concepto del sujeto; de manera que el fundamento de la legitimidad o validez de los juicios analíticos radica en la identidad entre el sujeto y el predicado; un predicado contenido “ocultamente” en el sujeto –sería como expresar en forma “desoculta”: “todas las figuras que son los cuadrados, son figuras”.

Los principios de la lógica (identidad, no contradicción y tercero excluído) son esquemas a que los juicios analíticos han de ajustarse (y dicho sea de paso, estos principios son juicios analíticos). Kant los nombra como si fueran uno solo porque se implican mutuamente y en la Crítica de la Razón Pura llama al principio de no contradicción el principio supremo de todos los juicios analíticos (7); así que desde el punto de vista de este principio y en relación al ejemplo anterior, sería contradictoria la expresión “los cuadrados no son figuras” porque equivaldría a decir: “todas las figuras que son los cuadrados no son figuras”.

Si los juicios analíticos tienen su fundamento de legitimidad en los principios de la lógica y han de ajustarse a esos esquemas, no tenemos ninguna necesidad de salir del ámbito de nuestro pensamiento para establecer la verdad de los mismos, no tenemos que recurrir a la experiencia porque su valor no depende de ella; son por lo tanto juicios a priori (independientes de la experiencia).

Dado el carácter apriorístico de los juicios analíticos, sus notas serán la verdad, la necesidad y la universalidad. Son verdaderos puesto que no dicen más en el predicado de lo que ya hay en el sujeto; son tautologías. Son necesarios porque no pueden ser de otro modo; su opuesto es contradictorio y son universales porque valen para todos los casos, sin excepción; válidos en cualquier lugar y en cualquier momento (intemporales; por eso Kant realiza una reformulación del principio de no contradicción –principio supremo de todos los juicios analíticos- quitándole la condición “al mismo tiempo” para que “la naturaleza de una proposición analítica quede claramente expresada”, toda determinación temporal es ajena a la lógica” (8).

¿Qué sucede entonces con los juicios analíticos desde el punto de vista cognitivo?: no corresponden a ningún área del conocimiento ya que no aportan nada nuevo, nada que no esté contenido en el concepto del sujeto. Son juicios de explicación; repiten, aclaran lo que ya es sabido. No amplían nuestro horizonte de conocimientos. Pero su importancia radica en que el predicado hace “nítido” aquello que es confuso en el concepto del sujeto.

Siguiendo la distinción kantiana, el otro grupo pertenece a los juicios sintéticos. En éstos, el concepto del predicado no está contenido en el concepto del sujeto; analizando el concepto del sujeto jamás encontraremos dentro de él el concepto del predicado.

El ejemplo de juicio sintético que da Kant en la Crítica de la Razón Pura es el siguiente: “todos los cuerpos son pesados” y encuentra que el predicado es algo enteramente distinto de lo pensado en el mero concepto de cuerpo; por lo tanto no hay homogeneidad entre ambos conceptos.

La denominación de estos juicios viente de síntesis, que significa componer, unir, enlazar; síntesis entonces se opone a análisis. Los sintéticos son juicios en los que se unen, se enlazan dos conceptos heterogéneos entre sí

Tomemos en consideración este otro ejemplo: “la pared es blanca”. Por mucho que analicemos el concepto del sujeto (pared) nunca encontraremos dentro de él el concepto del predicado (blanca) tal como encontrábamos (valiéndonos sólo del pensamiento) el concepto de figura en el concepto de cuadrado (como sucedía en el ejemplo de juicio analítico). De modo que el fundamento de legitimidad o validez de los juicios sintéticos no radica en el principio de no contradicción porque el juicio “la pared es blanca” no es contradictorio. El fundamento de legitimidad de los juicios sintéticos está en la experiencia porque hay que salir del concepto del sujeto para encontrar el concepto del predicado EN el objeto; dada su dependencia empírica son juicios a posteriori.

El carácter empírico de los juicios sintéticos, es decir fundados en la percepción sensible hace que correspondan a un “aquí” y “ahora”. La intuición sensible se verifica en un lugar: aquí y en un tiempo: ahora. El juicio “la pared es blanca” será verdadero mientras el “aquí” y “ahora” de la percepción sensible así lo indique. No hay entonces necesidad ni universalidad en los juicios sintéticos; hay contingencia y particularidad. Son contingentes porque su opuesto es posible (no implica contradicción alguna el negar que la pared sea blanca) y son particulares porque su verdad está limitada al “aquí” y “ahora”; no son válidos en cualquier lugar y en cualquier momento.

En lo que respecta al carácter particular de los juicios sintéticos, es preciso señalar lo siguiente: aunque tomemos en consideración a todos los ejemplares que componen una clase y digamos por ejemplo “todos los felinos son mamíferos”, no estamos ante una universalidad estricta, sino ante una universalidad empírica y por ende constituye “sólo un arbitrario aumento de la validez: que, de valer para la mayoría de los casos, pasa a valer para todos ellos...” (9). La universalidad estricta (lo mismo que la necesidad) es un atributo de los juicios a priori (independientes de la experiencia) y son dos notas inseparables.

Para concluir con la caracterización de los juicios sintéticos resta señalar que desde el punto de vista cognitivo, se trata de juicios ampliativos porque al enlazar elementos heterogéneos le atribuyen al concepto del sujeto una propiedad que ignorábamos, enriqueciendo de esta manera el caudal de nuestras informaciones. Ésta es la “ventaja” que tienen frente a los juicios analíticos pero dado su carácter empírico nos obligan a salir del concepto del sujeto y remitirnos al objeto para establecer su verdad (no son a priori).

Luego de establecer las características y las distinciones entre juicios analíticos y juicios sintéticos, Kant postula además una tercera clase de juicios, ignorados hasta ese momento por el pensamiento filosófico: los juicios sintéticos a priori.

No es posible que la ciencia (físico-matemática) esté constituída por juicios analíticos dado que el propósito de la ciencia es enriquecer el caudal de nuestro conocimiento, lo cual no se logra conforme a juicios analíticos porque (como ya se ha señalado) son tautologías que no aumentan nada nuestro saber; explican lo ya conocido sin proporcionar nada nuevo.

Tampoco es posible que la ciencia esté conformada por juicios sintéticos dado que el “aquí” y “ahora” correspondientes a la percepción sensible en la cual están fundados estos juicios, los hace particulares y contingentes mientras que la ciencia enuncia universales y necesarios. La ley de gravitación universal enunciada por Newton no es una mera tautología ni una contingente asociación de ideas basada en el hábito tal como concebía Hume el conocimiento fáctico; es un conocimiento universal y necesario.

Si la ciencia no está constituida por juicios analíticos ni por juicios sintéticos, entonces los juicios propios de la ciencia físico-matemática serán sintéticos a priori.

La expresión “juicio sintético a priori” es obviamente contradictoria (10). Los juicios sintéticos son a posteriori (dependientes de la experiencia; fundados en ella) y el carácter a priori (independientes de la experiencia) es un atributo de los juicios analíticos; sería entonces como hablar de “juicios sintéticos analíticos”. Pero los juicios sintéticos a priori tienen en común con los analíticos el hecho de ser el hecho de ser a priori (lo cual conlleva necesidad y universalidad) (11), y tienen en común con los juicios sintéticos el hecho de ser ampliativos; extienden nuestros conocimientos.

Kant, en el párrafo V de la Introducción a la Crítica de la Razón Pura, afirma que en todas las ciencias teóricas de la razón (matemática, física y metafísica) están contenidos juicios sintéticos a priori como principios. Comienza señalando que las proposiciones matemáticas son siempre juicios a priori (no empíricos) porque implican necesidad, la cual no se deriva de la experiencia (12) y da como primer ejemplo un juicio de la aritmética: “siete más cinco es igual a doce”. Este juicio es a priori (necesario y universal) porque no requiere una remisión a la experiencia. Con respecto a su carácter analítico o sintético, Kant afirma lo segundo –contrariamente a lo que se pensaba hasta entonces-  porque el concepto de la suma de siete y cinco no contiene el resultado (predicado) doce, implica sólo la adición del cinco al siete, es decir tenemos que recurrir a la intuición (no empírica) que corresponde a uno de esos números y agregar por SÍNTESIS el concepto del otro. Si tomamos en consideración cifras mayores veremos con más claridad que no se puede saber el resultado por análisis (por ejemplo 1.264.369+2.874.541)

Siguiendo con la matemática, Kant ingresa al otro campo: el de la geometría y recurre al ejemplo “la línea recta es la más corta entre dos puntos”. También éste es un juicio a priori porque no es necesario medir con una regla la recta para verificar si es la más corta entre dos puntos. Y es (al igual que el anterior) un juicio sintético dado que el predicado (el concepto de lo más corto) no está contenido en el concepto de recta porque éste no implica magnitud; hay una síntesis hecha en virtud de la intuición.

Con respecto a la física pura, el ejemplo de Kant es: “en todas las transformaciones del mundo corporal la cantidad de materia permanece inalterada”. Éste es un juicio a priori en tanto no determinado por la experiencia, y al mismo tiempo es sintético porque el concepto del predicado (inalterabilidad o permanencia) no está contenido en el concepto del sujeto (materia); éste solamente implica la materia llenando el espacio pero nada referido a la inalterabilidad. En los juicios sintéticos a priori, salimos del concepto del sujeto pero no para encontrar el predicado en el objeto (como en los sintéticos a posteriori) sino para pensar a priori, unido al concepto del sujeto algo que no pensábamos en él.

La última disciplina que aborda Kant (considerándola como un ensayo de ciencia) es la metafísica. Sus juicios han de ser a priori porque es un conocimiento a partir de meros conceptos; pero esta relación entre conceptos no puede ser analítica porque lo que se quiere es ampliar el conocimiento allende la experiencia.

Saliendo por un momento del ámbito de la Crítica de la Razón Pura, es preciso señalar que los juicios que Kant enuncia en la Crítica de la Razón Práctica son también sintéticos a priori; v. gr.: “todos los seres racionales deben obrar sólo según una máxima tal que puedan querer al mismo tiempo que se torne ley universal”. Este enunciado es a priori dada su independencia de todos los deseos e inclinaciones; es pura forma. Por otra parte, es sintético; la obligación (el predicado) no se puede obtener por mero análisis del sujeto, no está contenida en él. Pero estos juicios corresponden al uso práctico de la razón; se orientan a la acción, a la realización de acciones humanas. Por ende no implican conocimiento alguno; el conocimiento corresponde al uso especulativo de la razón. Estos juicios responden a la pregunta kantiana ¿qué debo hacer? formulada en el Cánon de la Razón Pura (13) y contestada en la Analítica de la Razón Práctica.

Volviendo al ámbito de la Crítica de la Razón Pura, resta establecer la cuestión acerca del fundamento de la legitimidad o validez de los juicios sintéticos a priori, lo que equivale a decir ¿cómo es que podemos saber a priori algo sobre la realidad?, o ¿cómo son posibles los juicios sintéticos a priori?. Porque en el caso de los juicios analíticos ese fundamento estaba en los principios de la lógica, en el caso de los juicios sintéticos en la experiencia. En lo que respecta a los juicios sintéticos a priori, no pueden estar fundados en los principios de la lógica ni en la experiencia, ya que son fundamento de ésta. Esta cuestión será tratada de la manera más escueta posible dado que ella constituye el nudo de la obra kantiana que se ha tomado como eje para la realización de este trabajo y su profundización excedería los límites del mismo.

Preguntarse por el fundamento de los juicios sintéticos a priori equivale a establecer de qué manera es posible formular juicios sin acceder al objeto; bajo qué condiciones esto es posible (14)

Cuando se hizo alusión a los juicios de la matemática ejemplificados por Kant, se estableció que la síntesis en los mismos se realiza en virtud de la intuición (que no es empírica). Estas intuiciones o formas puras de la sensibilidad son el espacio y el tiempo.

En la exposición metafísica del espacio (primera sección de la Estética Trascendental) queda establecido el carácter a priori e intuitivo del espacio. Los conocimientos de la geometría son necesarios y universalmente válidos dado el primero de estos caracteres (lo a priori conlleva necesidad y universalidad). Por otra parte y al mismo tiempo, el carácter intuitivo del espacio hace que se determinen los conceptos de recta, triángulo, cubo, etcétera estableciendo proposiciones sintéticas las cuales en cuanto van más allá de los conceptos de que hablan, necesitan apoyarse en una intuición (15). Algo análogo sucede con la forma tiempo.

De manera que el carácter trascendental del espacio y del tiempo constituye la condición de posibilidad de conocimientos sintéticos a priori. Y como ya sabemos, la síntesis de las representaciones se lleva a cabo por el entendimiento mediante determinadas unidades de enlace (las categorías) en la unidad sintética de la apercepción que es común y objetiva.

Tres factores confluyen entonces para que haya conocimientos sintéticos a priori: las formas puras de la sensibilidad (espacio y tiempo), los conceptos puros del entendimiento (categorías) y la unidad de la apercepción. Tal es lo que afirma Kant en el principio supremo de todos los juicios sintéticos: “De esta manera, los juicios sintéticos a priori son posibles cuando las condiciones formales de la intuición a priori, la síntesis de la imaginación y la necesaria unidad de la misma en una apercepción trascendental, son referidas por nosotros a un conocimiento de experiencia posible en general y decimos: las condiciones de la posibilidad de la experiencia en general son al mismo tiempo condiciones de la posibilidad de los objetos de la experiencia y tienen por ello validez objetiva en un juicio sintético a priori” (16).

 

 

CONCLUSIONES

 

En lo referente a la esencia de los juicios y la objetividad, la novedad que introduce Kant con su redefinición de “juicio” cambia la determinación de lo lógico. Lo lógico ya no es una mera relación entre conceptos, sino una reunión de los mismos en una conciencia trascendental que confiere objetividad. Es por eso que Kant elabora una lógica trascendental; para fundamentar todo lo concerniente a la objetividad. La unidad de la apercepción es dadora de objetividad, por lo tanto un juicio (entidad constituida a instancias de un yo trascendental) no es algo individual, sino atemporal y común. Kant coloca los juicios en un reino trascendental.

Cuando en el desarrollo señalé como curioso el hecho de que los juicios no aparecen en la clasificación kantiana de los conocimientos, se deduce la estrecha conexión con ellos dado que constituyen el modo de operar la reducción a la unidad objetiva de conciencia; por eso digo que Kant coloca los juicios en un “reino trascendental”. Y este reino trascendental es la condición de posibilidad de conocimiento objetivo.

La distinción entre juicios analíticos y juicios sintéticos, además de presuponer la redefinición de juicio, tiene un objetivo crítico (en el sentido kantiano de la palabra) a saber: preparar el terreno que posibilite la caracterización de los juicios sintéticos a priori  y así delimitar el uso puro de la razón en cuanto a establecer aquello que ésta puede conocer (los objetos de la experiencia) y aquello que no puede conocer (los objetos metafísicos.

Hay diversas objeciones que se le podrían hacer a Kant respecto a su concepción del juicio en general y de los juicios sintéticos y analíticos en particular. Se podría decir por ejemplo que no todos los juicios son categóricos (forma S es P) pero si bien el filósofo prusiano protesta contra la preponderancia que la lógica tradicional otorga a los juicios categóricos, entiende que éstos están en la base de todos los otros. Se podría decir que todo juicio es sintético dado que juzgar implica unir representaciones o la representación de la relación entre ellas en cuanto constituyen un concepto, esta crítica se transforma en algo verbal; un juego de palabras que se derrumba si se cambia el nombre de los juicios que Kant llama sintéticos (manteniendo el concepto) –se ve claramente entonces la importancia de la redefinición kantiana de juicio-. Otra objeción podría sostener que todo juicio es analítico porque el predicado está en el sujeto (por ejemplo: “el pizarrón es negro”, el predicado “negro” está en el pizarrón) pero en este caso se pierde de vista la concepción kantiana de juicio analítico, la cual (como ya se vió) sostiene que en estos juicios no se expresa en el predicado nada que no estuviese ya pensado en el concepto del sujeto, y el concepto no es lo mismo que el objeto. Dicho en otras palabras, el color negro está en el objeto pizarrón pero no en el concepto pizarrón.

Si hay juicios sintéticos a priori, entonces alguien podría preguntarse acerca de la posibilidad de juicios analíticos a posteriori. En el caso de los juicios sintéticos a priori, el carácter ampliativo de los juicios sintéticos se compatibiliza con el atributo a priori de los juicios analíticos, pero en el caso de los juicios analíticos a posteriori no es posible compatibilidad alguna porque, ¿cómo puede un juicio explicativo (donde el predicado está contenido en el sujeto) ser a la vez dependiente de la experiencia y por lo tanto particular y contingente?. Son por ende imposibles.

Los juicios sintéticos a priori son los más importantes en el contexto del pensamiento kantiano dado que son los juicios de la ciencia físico-matemática y los de la metafísica “al menos según su fin” (17); de hecho, la Crítica de la rRazón Pura es la respuesta a la pregunta: ¿cómo son posibles los juicios sintéticos a priori?.

Sabido es que los neopositivistas o empiristas lógicos no admiten que haya juicios sintéticos a priori, porque sostienen que si un juicio es necesario entonces es analítico. Y si no es analítico, entonces es sintético a posteriori; no hay lugar para una tercera clase de juicios más allá de los analíticos y los empíricos. Según esta corriente filosófica, los juicios de la matemática son analíticos.

En el siglo XIX surgieron las denominadas geometrías no euclidianas (tema acerca del cual hago sólo una somera mención porque dada su amplitud y complejidad bien merece un trabajo aparte). Primero Lobatchevsky y más tarde Riemann, descubrieron que negando el quinto postulado de Euclides (“por un punto exterior a una recta pasa una y sólo una paralela a dicha recta”) se deducen teoremas diferentes a los de la geometría euclídea. Por ejemplo, la suma de los ángulos interiores de un triángulo en la geometría hiperbólica de Lobatchevsky es menor que 180°, y en el caso de la geometría elíptica de Riemann esa suma es mayor de 180°. Considero que si el quinto postulado de Euclides no fuera un juicio analítico, su negación sería contradictoria y por lo tanto incompatible con cualquier otro axioma; no hubiese dado lugar a geometrías perfectamente consistentes.

 

 

 

CITAS BIBLIOGRÁFICAS

 

1.      KANT, Crítica de la razón pura, par. 19

2.      HEIDEGGER, La pregunta por la cosa, pág. 122 y KANT, loc. cit.

3.      TORRETTI, Kant, pág. 357 y KANT, loc. cit.

4.      KANT, op. cit. par. 17

5.      TORRETTI, Juicios Sintéticos a Priori, pág. 302

6.      HEIDEGGER, op. cit. pág. 125

7.      KANT, op. cit. pág. 102

8.      KANT, loc. cit.

9.      KANT, op. cit. pág. 28

10.  HEIDEGGER, op. cit. pág 132

11.  KANT, loc. cit.

12.  KANT, op. cit. pág. 34

13.  KANT, op. cit. pág. 349

14.  HEIDEGGER, op. cit. pág. 132

15.  KANT, op. cit. pág. 44

16.  KANT, op. cit. pág. 105

17.  KANT, op. cit. pág. 35

 

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

KANT. M, Crítica de la razón pura, trad. G. Morente, Méjico, Porrúa, 1991

 

TORRETTI. R, “Juicios Sintéticos a Priori”, Cuadernos de Filosofía, Facultad de Filosofía y Letras, UBA, Número 20, Bs. As., 1973

 

TORRETTI. R, Kant, Bs. As., Charcas, 1980

 

HEIDEGGER. M, La pregunta por la cosa (Cap. V –La determinación kantiana de la esencia del juicio-), trad. Belsunce, Madrid, Hispamérica, 1976

 

 

 

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