Por Sergio F. Carbone

Magister y Profesor en Filosofía

 

 

 

 

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EL HOLOCAUSTO COMO MAYOR EXPRESIÓN TOTALITARISTA DEL SIGLO XX. (2005)

 

 

 

INTRODUCCIÓN

 

El abordaje de este tema, en los textos tratados, esta concebido

desde una perspectiva histórico-política. La pretensión es que además de esos enfoques, se trate de poner una luz filosófica, para lo cual se encontró oportuno desarrollar los aspectos esenciales introducidos por autores como Traverso, Filkenstein, Ron Roenbaum y otros, intentando que permitan desembocar en conclusiones tendientes a discutir, criticar y efectuar aportes personales

 

DESARROLLO

 

   Hablar de totalitarismo implica representarnos un régimen donde el Estado no encaja en la taxonomía política convencional; por el contrario, todas las garantías institucionales quedan reducidas a la nada.

   En el siglo XX, el totalitarismo se expresa en lo que Enzo Traverso denomina "guerra total", esta se inicia con el genocidio de los armenios por parte de los turcos. Este exterminio fue fundante, y emitió sus ‘seudópodos’ de intolerancia y destrucción masiva a través de la Primera Guerra Mundial, el lapso ínter guerras donde se amasaron ideologías totalitaristas de diferente tinte: comunismo soviético, fascismo en Italia, nazismo en Alemania y más tarde el falangismo español.

   Finalizada la Segunda Guerra Mundial, los dos polos de poder en el planeta (EE.UU. Y URSS) exacerbaban la llamada Guerra Fría –es más adecuado este término antes bien que iniciaban, dado que esta contienda que abarcó todos los terrenos posibles menos el bélico- ya había comenzado a fines de la primera década del siglo, siendo que factores como la alianza antialemana la dejó momentáneamente en suspenso.

   Siendo en todos estos regímenes el Estado quien se transforma en maquinaria de violencia, surgieron en un siglo donde la tecnología alcanzó un grado de desarrollo inigualable, robusteciendo el monstruo.

   Todas estas ideologías fueron totalitarias y feroces, incluida la España franquista, aunque se hubiese respaldado en tradiciones como el catolicismo y el nacionalismo, no por eso fue una fuente de exterminio menor.

   Una de las noches más negras en la historia de la humanidad (en tanto período, y tal vez la peor) fue el holocausto perpetrado por los nazis exterminando a seis millones de judíos durante el lapso que atravesó la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

   Es evidente  que el odio de gran parte de los alemanes hacia los judíos no fue  espontáneo; la carencia de eugenesia sanguínea y el considerarlos bacilos perniciosos fueron metáforas biológicas que expresan un antijudaísmo seguramente con raíces históricas, luego hipertrofiado durante el período nazi.

   El rechazo hacia los judíos puede remontarse a la Edad Media, período teocéntrico donde la Iglesia Católica atravesó su mayor poderío. Aquí se instaló la idea (de carácter moral) que sostenía que los judíos eran malvados: no aceptaban a Cristo como Mesías, y para colmo habían sido los autores intelectuales de su asesinato, instando a los romanos para que lo realizaran, esto los transformaba en encarnación del mal.

   El éxito económico de muchos judíos y el vínculo de estos con los grandes capitales internacionales les confirió un poder  que podría tomarse como causal del odio antijudio.

   Goldhagen(1) traza una comparación entre el "antisemitismo” y el nacionalismo manifestando que el nacionalismo como expresión ha ido de la mano con el "antisemitismo” definiéndose aquel en oposición a los judíos.

   Lo concreto es que en la Alemania nazi, hubo una concepción de los judíos filosóficamente cosificadora y sociológicamente racial que desembocó en una ideología de exterminio. El deseo aniquilador fue el símbolo de esa ideología y el motor vehiculizador.

   El personaje central del tema que se esta tratando terminó físicamente junto con la guerra y no pudo- obviamente- explicar sus crímenes y pagarlos, razón por la cual se han planteado y se siguen planteando numerosas hipótesis explicativas, la necesidad hace que esto sea así, pero...,¿podía Hitler convencer a alguien de aquello que estaba convencido? La búsqueda de explicaciones cae inevitablemente (en este caso) en un abismo irresoluto que genera una secuencia innumerable de problemas que no por esto son inválidos, dada la simple necesidad humana de su búsqueda.

   Estas hipótesis van desde su presunto origen judío hasta factores vinculados con su sexualidad. ¿Hitler obró con convicción?...¿Se equivocó a pesar de pensar que obraba bien? Hay quien responde que obró así porque quiso, dado que pudo no hacerlo, lo cual implica su libertad como condición que posibilitó su accionar. Un muchacho introvertido, amante del dibujo y la pintura, que fracasó en sus intentos de ingresar a la mejor escuela de arte de Viena y más tarde luchó desde la trinchera –como soldado- en la Primera Guerra Mundial, devino el gestor de la mayor maquinaria de exterminio.

   Rosenbaun(2) acude a Lanzmann quien sostiene que comprenderlo es perdonarlo, algo así como introducirse en los laberintos de la mente de un psicópata asesino y encontrar la explicación de sus actos; esta explicación se identificaría con el perdón.

   Desde el psicoanálisis, se han esgrimido interpretaciones como su supuesto origen judío (su padre era hijo bastardo y portaba el apellido materno), siendo así buscó  "limpiar" su sangre matando judíos. En el campo de su sexualidad, se han narrado historias como el corte de una parte de su pene por una mordedura de cabra, ocasionando sus disturbios mentales. Los maltratos de su padre también ocupan un lugar en las explicaciones psicológicas. Una prostituta judía con quien habría tenido un acercamiento sexual, sería la portadora de la sífilis que terminó dejando sus secuelas neuropsiquiátricas y el delirio destructivo hacia todos los judíos como ‘represalia’.

   Fuera del ámbito sexual pero siempre dentro de las explicaciones psicológicas, se aduce también que su madre agonizaba cuando fue asistida por un médico judío que no pudo salvarla, transformándose así en el ‘causante’ del horror.

   Es claro que en la mayoría de las explicaciones aparece un judío o judía como chivo expiatorio, tanto en forma directa como indirecta; en este último sentido, la novela de George Steiner "The Portage to San Cristobal of A.H" donde Hitler se autodefine como una consecuencia de invenciones mentales judías; los mentores serian Moisés, Cristo y Marx quienes en tanto "inventores de la conciencia" y prescriptores morales, atormentaron al mundo.

   Los miembros de la GESTAPO fueron los verdugos del Holocausto, pero a pesar de esto, los pocos miembros de la policía nazi que fueron juzgados por la justicia alemana, recibieron castigos inadecuados en relación a sus crímenes (3). El jefe de la GESTAPO en Colonia –por ejemplo- aduciendo "cumplir órdenes superiores", pretendió desembarazarse de toda responsabilidad efectuando una evacuación de miles de judíos a sabiendas que todos serian exterminados. El tribunal, convencido por esta defensa lo castigó con una pena de seis años; otros miembros obtuvieron penas mas reducidas, así como también agentes de las SS y del Partido Nazi. Además los juicios no arrojaron luz sobre cuestiones de rango, organización, participación de civiles, etc. La mayoría de los verdugos no tuvo que rendir cuentas ante la justicia. El verticalismo, en cuyo extremo estaba Hitler impartiendo órdenes, era la sustancia de toda defensa, y la policía secreta controlaba y asesinaba sin dejar rastro, como si la victima no hubiera existido.

   Pero la sociedad alemana no era homogénea, hubo grupos juveniles que no aceptaban las reglas nazis. La pregunta es: ¿cómo fue esto posible en un marco de terror organizado como una maquinaria de relojería? Hay estudios de la década del 90 (Gellately por ejemplo) indicando que la GESTAPO no contaba con los medios y el material humano que se presuponía, pero si con el aporte de innumerables ciudadanos que por distintas razones proporcionaban datos. Estas razones tienen que ver con los beneficios que obtenían los ciudadanos colaboracionistas (que constituían la mayoría de la población), pero indudablemente hubo comunistas y religiosos que actuaron en abierta oposición al régimen; aquellos fueron las primeras victimas del terror, luego (sobre todo durante la guerra) el terror se focalizó en los crímenes contra los judíos.

   Hay autores como Goldhagen(4) quien afirma enfáticamente que cuando se habla del Holocausto, debemos dejar de lado expresiones como ‘nazis’ o ‘miembros de la GESTAPO’ y reemplazarlas por alemanes, que realizaban sus horrorosos actos en nombre de la Nación alemana y su conductor. Algunos de ellos eran nazis, otros no; algunos de ellos eran miembros de las SS, otros no; pero lo común, aquello que los aglutinaba era su condición de alemanes con objetivos nacionales alemanes. Antes que nada eran alemanes, luego algunos de ellos pertenecían a una institución de exterminio. El genocidio se materializó sobre la base de una ideología política compartida por los alemanes.  

   Esta óptica de la explicación del Holocausto recae sobre el pueblo alemán, más allá de las instituciones genocidas y no pone el acento en la obediencia a la autoridad estatal, apunta a la voluntad que acompañó a cada uno de los hombres que participaron del holocausto, movidos por la convicción y la certeza de que la eliminación masiva de los judíos era algo necesario y acertado, razón por la cual no se negaron a cometer semejante delito. Es más, Goldhager afirma que los alemanes fueron unos asesinos masivos voluntarios, y el régimen del Estado se valió de este atributo para vehiculizar sus cínicos fines; la relación se invierte, los asesinos materiales no necesitaron presiones ni amenazas de la autoridad, bastó con su convicción; minimizando también los aportes de la tecnología.

   Los actos criminales que se cometieron por iniciativa y los excesos pondrían en evidencia la convicción de los perpetradores independientemente de las órdenes recibidas, porque los actos criminales cometidos están mas allá de las ordenes y responden a un contenido sociopolítico; campo de acción en el que se manifiesta la voluntad de cada asesino, porque las órdenes podían generar un incentivo en los verdugos, pero la acción solo se produce si esa orden con su consecuente incentivo (progreso en la carrera, miedo a ser ridiculizado por los compañeros, etc.) va acompañada de convicciones y valores; y estas convicciones y valores eran las del pueblo alemán.

   Volviendo a la cuestión vinculada con la tecnología, así como Goldhager le resta importancia en la comisión de los crímenes, Black, en "IBM y el Holocausto" expone la trascendencia silenciosa que tuvo la tecnología automatizada en el genocidio. Por primera vez en la historia, la tecnología penetra en un acontecimiento sanguinario masivo; semejante destrucción necesitaba una maquinaria de poder, la cual fue montada con sistematización y organización tecnocientifica.

   Para identificar judíos se necesitaba tecnología, no había computadoras en aquellos tiempos, pero sí tarjetas perforadas y sistemas de clasificación de tarjetas; antecesores de la computadora. La racionalidad instrumental alcanzó su máximo y siniestro exponente a través de IBM en Alemania otorgando todo el material humano y tecnológico necesario; todo esto se realizó con el conocimiento de la central de IBM en EE.UU. Las SS poseían enormes listas de judíos imposibles de confeccionar sin tecnología, llevando a cabo un censo racial con datos de varias generaciones anteriores en cada caso.

   Los representantes de IBM en EE.UU. viajaban a Alemania para controlar las operaciones técnicas, y cuando Norteamérica prohibió todo contacto directo con el Reich, estas operaciones se realizaban vía Ginebra.

   Instituciones como Archivos, Bibliotecas y Museos de todo el mundo colaboraron para que una red internacional de investigadores estudiara el caso, excepto IBM.

   Clasificar tarjetas, identificar prisioneros mediante tarjetas descriptivas con perforaciones indicadoras de nacionalidad, fecha de nacimiento, estado civil, hijos y características físicas (nunca el nombre) era la triste tarea que algunos judíos podían realizar para prolongar un poco mas su vida. El reemplazo del nombre por un numero, era tal vez el primer paso en la cosificación de los judíos.

   Entre las innumerables y variadas reflexiones elaboradas acerca del Holocausto, resulta importante señalar e interpretar la postura de Finkelstein, un judío cuyos padres sobrevivieron al infierno del ghetto de Varsovia.

   El Holocausto es concebido como un arma ideológica explotadora a través de una industria desarrollada por un Estado autoconvenvertido en victima mientras cometía terribles violaciones a los derechos humanos en connivencia con sus hermanos de raza residentes en EE.UU. La "inmunidad" generada por esta victimización teje una suerte de "manto permisivo’" para que las "victimas" cometan actos propios de victimarios. El manejo del Holocausto fue la artimaña para justificar la política criminal del Estado de Israel junto a su principal aliado: los Estados Unidos de Norteamérica.

   En términos generales, los estadounidenses tienen más conocimiento y más datos acerca del Holocausto que de la Guerra de Secesión o del bombardeo atómico a los japoneses. Desde la culminación de la Segunda Guerra Mundial y los últimos tiempos de la década de los sesenta, el interés de los norteamericanos sobre el Holocausto era casi nulo. Este desinterés, también abarcaba a los propios judíos norteamericanos. Durante todo este periodo, el Holocausto no se conmemoraba (por decisión de la comunidad judía), el desinterés respondía a razones políticas. Con la guerra fría, los poderes judeo-norteamericanos enterraron el Holocausto dado que la República Federal Alemana fue un satélite norteamericano contra la URSS, y desenterrar lo que había sucedido no convenía –aquí podemos ver un estrecho vínculo entre lo que había sido el totalitarismo nazi y la guerra fría- de este modo, los judíos interesados en no olvidar el Holocausto eran tratados de comunistas.

   El vuelco se produjo a partir del conflicto árabe-israelí de 1967. Así como los norteamericanos se desinteresaron por el Holocausto durante el período mencionado, también lo hicieron respecto al Estado de Israel. Pero resultó ser que en la guerra de junio de 1967, los israelíes dieron muestra de su enorme poderío bélico (en un ataque relámpago destruyeron en pocas horas la aviación de Egipto, Siria y Jordania), de manera tal que EE.UU. generó un acercamiento por causas de interés geopolítico y comenzó su deliberada ayuda y apoyo militar al Estado de Israel, trazándose una alianza económico-militar que aún perdura; la Guerra de los Seis Días fue el detonante. La alianza quedó sellada en tanto que las armas israelíes se dirigieron hacia los enemigos de los Estados Unidos de Norteamérica. Muchos intelectuales judíos (algunos de tendencia izquierdista) abandonaron sus criticas al expansionismo y mesianismo del  Estado de Israel a partir del vuelco dado desde 1967.

   La guerra del Canal de Suez y la ocupación del Sinai en 1973 exacerbaron la alianza judeo-norteamericana, y por consiguiente el recuerdo del Holocausto como recurso para "mermar" las críticas a Israel. Además, el Holocausto sirvió para reforzar la idea de los judíos como pueblo superior.

 

CONCLUSIONES

 

   En primer lugar, considero más adecuado el término antijudaismo en vez de "antisemitismo"; por una razón muy sencilla; los judíos no son los únicos semitas; los árabes también lo son (así como en la antigüedad lo fueron también babilonios, asirios y fenicios).

   Goldhagen se regodea hablando del sentimiento democrático de políticos y funcionarios norteamericanos en contrapartida a políticos y funcionarios alemanes de la época nazi, quienes preconizaban el antijudaismo. Aquí surgen dos preguntas conexas: ¿el antijudaismo es la única forma de racismo?..., ¿en EE.UU. no hay racismo?...

   El mismo autor establece una comparación entre el "antisemitismo" y el nacionalismo, sosteniendo que éste se encastraba con el "antisemitismo" y se definía en oposición a los judíos. ¿Es esto realmente así? El nacionalismo puede adquirir distintas facetas, muchas de ellas pueden ser negativas, pero en muchos casos fue el germen de la independencia de varios países. Sin el nacionalismo inglés o francés, la guerra se hubiese prolongado o incluso perdido con la consecuente "solución final" consumada.

   Cuando uno se pregunta acerca del por qué del genocidio judío, es tentador responder adjudicándole a Hitler un desequilibrio mental. Pero adentrarse en los laberintos de su psiquismo es tan complejo que no puede haber una conclusión unánime; es tan complejo como la psicología colectiva que lo apoyó con patológico fervor. En virtud de esto uno puede preguntarse cuál es el sentido de la pregunta, porque formulada desde la lógica de seres ‘normales’, y desde esa lógica, las respuestas pueden ser varias, pero siempre sustancialmente distintas a las que daría un nazi de la época o el propio Hitler. De todos modos es cierto que considerar a Hitler un psicótico implica victimizarlo, y de ese modo, el monstruoso victimario quedaría a la par de los millones de seres que transformó en victimas.

   Rosenbaum, acude a Lanzman para sostener que comprender a Hitler implicaría perdonarlo. ‘"Comprenderlo", tal vez equivaldría a perdonarlo, pero encontrar las raíces de su maldad, no.

   En los intentos de explicar lo inexplicable, la no resignación y la búsqueda de consuelo desembocó en divagues como los de la prostituta judía, el médico judío que no salvó a su madre, su posible origen judío, sus defectos genitales, etc. La desesperación por lo acontecido puede llevar a respuestas desesperadas.

   Siguiendo en el campo de las explicaciones (pero ahora en el terreno de los perpetradores), los pocos que fueron enjuiciados alegaron haberse visto en la obligación de "cumplir las órdenes de sus superiores". Esta inmoralidad nos aproxima a la aberrante obediencia debida enarbolada por genocidas de un totalitarismo tristemente célebre en la historia de nuestro país.

   Fueron muy pocos los lideres de la GESTAPO enjuiciados, porque los aliados no movilizaron tribunales internacionales para buscar, investigar y juzgar a todos los implicados ya que Alemania no mostraba demasiado interés en esto.

   Gran parte de la población alemana era adepta al régimen, pero... ¿era posible la organización de una resistencia interna contra un régimen poderosísimo que puso en jaque a las mayores potencias mundiales? La resistencia judía de la época nazi se enfrentó con el problema de la carencia de un sustento político (el levantamiento del ghetto de Varsovia es una prueba de esto) razón por la cual dependía de la "compasión" de potencias extranjeras. Hubo aproximadamente 5000 combatientes judíos sin apoyo, salvo algunos partigiani italianos y el lanzamiento de algunas armas en paracaídas por parte de la URSS; otro problema que enfrentaron los combatientes era que sus familiares serian indefectiblemente eliminados.

   El gobierno de Franco, dijo en 1949 haber hecho todo lo posible para salvar judíos. Los judíos que llegaban a España eran bien recibidos. Estas declaraciones del gobierno de España deben ser tomadas con pinzas, porque privilegiaron la protección de judíos españoles y sus bienes, conforme a los intereses del Estado español...

   Los judíos que emigraban tenían problemas para ingresar en países como EE.UU. por la depresión económica. El gobierno de Roossevelt impidió el arribo de una embarcación que portaba judíos amenazando con hundirla.

   Goldhagen (6) insiste en que los verdugos del Holocausto eran alemanes, mas allá de nazis o miembros de la GESTAPO. Los perpetradores de la masacre fueron los nazis, no los alemanes, porque entre estos hubo indiferentes y opositores que no se manifestaron por temor (elemento éste que deja las puertas abiertas a otro estudio). Yo no creo que el Holocausto se pueda considerar un proyecto nacional alemán.

   La indiferencia era un atributo de los aliados. Cuando los aliados recibían noticias acerca de la "solución final", ¿no querían o no podían creerlo? La cuestión judía no los podía distraer; el fin supremo de los aliados era ganar la guerra. En los países aliados había censura para difundir lo que pasaba.

   Cuesta creer que los servicios secretos de los aliados ignoraban la existencia de campos de exterminio; obviamente una minoría étnica no representaba trascendentalidad, cuando en el periodo 41-42 los servicios británicos ya trabajaban a pleno

   La URSS, el Vaticano y EE.UU., sabían mas de lo que estaban dispuestos a dar a conocer; obviamente porque el interés central era otro, además era más importante brindarle a la opinión pública noticias sobre las grandes batallas ganadas; no se podía "distraer el frente bélico".

   La relación IBM-nazismo (conocida por la central norteamericana) manifiesta la exacerbación de la racionalidad instrumental a su máximo exponente siniestro. En el Holocausto –como expresión más acabada del totalitarismo- se ve la contrafaz de la idea de progreso ilimitado surgida en la modernidad: desarrollo de la tecnociencia (la salvación del hombre) al servicio de la destrucción masiva con toda su carga de irracionalidad. Nunca en la historia se había podido cristalizar el odio y la intolerancia como lo permitió la tecnología del siglo XX.

   En lo que se refiere a la explotación del sufrimiento judío, Israel, al aliarse a EE.UU. se transformó en un Estado imperialista tras el "escudo" del Holocausto. Las históricas víctimas se transformaron en victimarios. El sentimiento de superioridad de los judíos está vinculado con el hecho de saberse apoyados por la mayor potencia del mundo, pero data de épocas bíblicas, considerándose el pueblo elegido por Jehová. Un pueblo que jamás se unió a otros que atravesaron problemas semejantes.

   El pueblo judío no es la única víctima de un genocidio en la historia universal (como algunos pretenden). Podemos retrotraernos a la Conquista de América, al pueblo armenio bajo las garras de los turcos, al estalinismo, al pueblo japonés, al pueblo vietnamita, al pueblo palestino, a la comunidad negra, al pueblo iraki, a las victimas de las dictaduras latinoamericanas. En fin; la lista sería muy larga.

   Hay que recordar a los judíos asesinados por el régimen nazi, así como también a los homosexuales, discapacitados, comunistas y gitanos; cosa que olvidan los museos del Holocausto, la mayoría de los escritores y la hipocresía hollywoodiana.

 

 

 

 

CITAS BIBLIOGRAFICAS

 

1-GOLDHAGEN, Los verdugos voluntarios de Hitler, pag. 73

2-ROSENBAUM, Explicar a Hitler, Pág. 20

3-JHONSON, El terror nazi, Pág. 22

4-GOLDHAGEN,op.cit, pag. 25

5-GOLDHAGEN, op.cit, pag. 57

6-GOLDHAGEN, op.cit, pag. 25

 

 

BIBLIOGRAFIA

 

BLACK: IBM y el Holocausto, Atlantida, Bs. As, 2001

FINKELSTEIN: La industria del Holocausto, SigloXXI, Bs. As, 2002

GOLDHAGEN: Los verdugos voluntarios de Hitler, Taurus Pensamiento

JHONSON:El terror nazi, Paidos, Bs.As

ROSENBAUM: Explicar a Hitler: La busqueda de los origenes de su maldad, Siglo Veitiuno, Mexico, 1999

TRAVERSO:El Totalitarismo, Eudeba, Bs.As, 2001

 

 

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