Por Sergio F. Carbone

Magister y Profesor en Filosofía

 

 

 

 

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UN FANTASMA RECORRE EL MUNDO: EL FANTASMA DEL NO TRABAJO (2005)

 

 

INTRODUCCIÓN

 

 

    El objetivo de este texto es el tratamiento de una de las problemáticas sociales mas álgidas de la actualidad: el desempleo.

   El formato tendrá la estructura clásica de una monografía: un desarrollo en el cual se planteará el tema haciendo una exégesis de la cuestión abordada por diversos autores, cosa que permitirá pasar a la última parte que son las conclusiones, donde se llevarán a cabo reflexiones, críticas y aportes personales acerca de este fenómeno social.

   Autores como Rifkin, Bourdieu, Calvez, Castel, Altamira, Bouffartigue, Alvarez, serán las fuentes de interpretación y discusión.

 

 

DESARROLLO

 

 

   Con la aparición de la segadora y el tractor, la fuerza de trabajo en el área agrícola se vio reducida sustancialmente, haciendo que los trabajadores rurales se vuelquen al creciente sector industrial, sin imaginarse el futuro que les esperaba, dado que la producción aumentaba pero los puestos disminuían al compás del sonido de las máquinas. Los servicios irrumpieron como actividad "salvadora" de la situación, pero la tecnología también penetró en esta actividad impactando como generadora de desempleo, lo mismo acontece en los trabajos de "cuello blanco" (administrativos, etc.).

   Los países mas desarrollados se enfrentan al drama del desempleo a medida que ponen en marcha tecnologías más sofisticadas, y no solo las actividades físicas de los trabajadores son reemplazadas por la máquina, con las actividades intelectuales se produce el mismo fenómeno; los software reemplazan la mente humana. Mas de 90 millones de trabajadores norteamericanos quedarían sin empleo en los próximos años (1). La compulsiva búsqueda de reducción de costos y aumento de los beneficios hizo que las empresas reemplazaran a sus trabajadores por máquinas a un ritmo tan vertiginoso como desesperante para las víctimas del proceso; la automatización conduciría indefectiblemente a un futuro sin trabajadores, donde las máquinas  ocuparían el lugar de brazos y mentes.

   Mano de obra barata en los países periféricos y competencia  extranjera no son más que excusas atribuidas a la pérdida de puestos de trabajo; prestigiosos economistas norteamericanos ya admiten que el fenómeno de la pérdida de puestos de trabajo es el efecto de la automatización; pérdida de trabajo que según estudios suizos crecerá hasta que en los próximos 30 años, alcanzará con un dos por ciento de la masa laboral actual para producir todos los bienes de consumo.

   La esperanza de que todos los trabajadores despedidos por los avances tecnológicos serian absorbidos por las pequeñas empresas fue refutada por la realidad; en potencias como los EE.UU, Alemania y Japón, el promedio de trabajadores en estas empresas no se modificó desde la década del 60.

   Evidentemente, un mundo sin trabajo puede tener alcances impredecibles; lo concreto es que un autor como Rifkin nos plantea su convicción de la nueva etapa histórica que se aproxima y la incertidumbre frente a una sociedad sin trabajo.

   La problemática tratada genera angustias, desesperanzas y temores en los que poseen trabajo al punto de producir movimientos de extrema derecha en los que se deposita la "ilusión" que solucione el drama que nos ocupa.

   El autor mencionado más arriba preconiza una justa distribución de la riqueza acompañada de una reducción mundial de las horas de trabajo. Más adelante se analizara si esto es posible; también nos habla de la esperanza depositada por innumerables personas en un futuro mejor fundado en la tecnología (versión actual de la idea de progreso surgida en la Modernidad). También nos habla de economistas como Say, quien establece que la reducción de precios producto del desarrollo tecnológico redundará en un mayor consumo.

   La era informática hizo que millones de personas pongan sus expectativas en un mañana promisorio, pero ese mañana (en las actuales condiciones) se trastoca en una noche sin fin por razones que se plantearán en la conclusión.

   Volviendo al economista francés Say, sus ideas fueron tomadas por colegas neoclásicos afirmando que la oferta de productos baratos aumenta la demanda de los consumidores.

   Si nos remitimos a la crisis económico-laboral que sufrió EE.UU. en la década del 30 bajo la presidencia de Roosevelt, podemos ver que se echó mano a los trabajos públicos para disminuir la tasa de desempleo y restaurar la capacidad de consumo, también se buscó priorizar la mano de obra frente a las maquinarias y bajar los impuestos sobre el consumo, con resultados poco favorables. Lo que puso en alza la economía y redujo considerablemente el nivel de desempleo fue la segunda guerra mundial. Pero luego de ésta recomienza el programa de automatización industrial con su consecuente desempleo que pasó por períodos de disminución con la guerra fría y la guerra de Vietnam. Pero los trabajadores norteamericanos comienzan a tomar conciencia de que las ganancias de la producción no los conduce a ningún paraíso sino al infierno del no trabajo.

   Hay autores como Bouffartigue que desde otra perspectiva de análisis, prefieren hablar de crisis del trabajo asalariado y no de final del trabajo. El trabajo no constituye una entidad reductible a lo asalariado, y la crisis se expresa en el fracaso del derecho laboral, entendido como categoría antropológica y bien mercantil, planteando además la relatividad de la centralidad del trabajo en la vida humana. Defensor de una nueva cultura política, entiende que un cambio en la cultura política podrá dar lugar a un debate público y atender las posiciones frente a las pautas insatisfactorias, proponiendo reducción del tiempo de trabajo, incremento de la capacidad de decisión de los trabajadores y reconquista de los derechos laborales.

   Alvarez presenta como causa principal de exclusión en el mundo el desempleo, afirmando que el planteo del "fin del trabajo" aterroriza a la gente, y lo que estamos viviendo es un cambio del empleo, un período particular de acumulación del capitalismo.

    Critica a Rifkin por no tener en cuenta los sistemas institucionales, políticos y sociales que generan un sin fin de asalariados excluidos por la automatización (como si ésta fuera una entidad aislada) y critica su propuesta de reducción de la jornada laboral. Acusa al autor de "El fin del trabajo" de anteponer lo tecnológico al defectuoso consenso de grupos e instituciones sociales, porque no se puede analizar ninguna tesis sobre el fin del trabajo fuera del entretejido institucional, social y de poder en el cual se desenvuelve la economía .

   El autor propone –en lugar de hablar de fin del trabajo- poner énfasis en el papel del Estado y también en el de las ciencias sociales, desenmascaradoras de teorías que plantean un trabajo degradado como imposición y condición para la existencia de las empresas.

   Alvarez, Cutuli y Martino(2), afirman que el desempleado deviene huérfano de protección, consumo y participación social, quedando prácticamente fuera del control disciplinario planteado por Foucault.

   El capitalismo industrial hizo de la fábrica un "panóptico", controlando, adueñándose de su espacio, su tiempo y aplicando la racionalidad instrumental cristalizada en el taylorismo y el fordismo incrementando la productividad, aumentando de este modo los mecanismos de control.

El desarrollo tecnológico, además de incrementar la productividad, facilitaba la vigilancia y la taxonomía de los trabajadores dado que la máquina los reducía a meros cuerpos controlables con simplicidad. Con el aumento de la productividad, el modo de producción capitalista disminuía el número de productores, masificando a los excluidos del trabajo con un cambio institucional del mismo en el contexto de todas sus relaciones y generando una sociedad cargada de riesgos e incertidumbres.

   El dominio y control sobre la conciencia de los trabajadores, los convierte en seres imposibilitados de forjar por sí mismos el sentido del trabajo y la vida, conduciéndolos unidimensionalmente hacia la convicción de que el único fin del trabajo es obtener dinero. Pero los autores, plantean la posibilidad de una sociedad mejor e incluyente apelando a una distribución de la riqueza.

   Altamira cita autores como Bell quien afirma que los empresarios de hoy serán reemplazados por los poseedores del conocimiento, y las instituciones dominadoras de lo económico, se reemplazarán por las instituciones que producen conocimiento (universidades y entes de investigación), al igual que Touraine, pero este último predice un conflicto en el seno de la clase dominante.

   En La metamorfosis del trabajo (Gorz) el poder del trabajo del obrero pasó a la máquina; el trabajador ya no es dueño de lo que poseía; la fuerza de trabajo, esta  ahora le pertenece a la máquina. De esta forma no hay clase proletaria, quedando así esfumada la tesis marxista con su propósito de revolución proletaria; por lo tanto hay que pasar de la sociedad industrializada a la sociedad del tiempo libre, porque los cambios tecnológicos generan nuevos empleos.

   Altamira critica la postura de Gorz sosteniendo que la precarizacion del trabajo( a través de –por ejemplo- lo que hoy llamamos contratos basura y las desigualdades entre trabajadores más calificados , menos calificados, etc) y el desempleo, redujeron sustancialmente las posibilidades de organización y lucha de los trabajadores. Estos elementos de fragmentación son esenciales en la crisis antes que el adiós al proletariado.

   Las propuestas para generar empleo han fracasado: disminución del horario de trabajo como variable de ajuste por ejemplo. El autor plantea al respecto la importancia de la participación de sindicatos, asociaciones vecinales, etc. para rechazar la perversión de un sistema económico excluyente.

 

 

 

 

CONCLUSIONES

 

   Cuando Rifkin habla de la ilusión puesta por los trabajadores en la abundancia y placeres que produciría la sociedad superindustrializada, no nos dice que no es posible una globalización de los beneficios de nuestra civilización tecnocientÍfica, y que el retraso de las regiones pobres no es un "todavía no", sino un efecto estructural de este mismo desarrollo.

   En lo que respecta a una distribución justa y equitativa del trabajo y una reducción mundial de las horas del mismo, mi pregunta es si hay voluntad política para esto. Las circunstancias actuales parecen indicar que no. En cuanto a la reducción del horario de trabajo, en 1995, el Primer Ministro Francés y los sindicatos intentaron hacerlo (por siete u ocho meses, cosa que hace necesario estudiar si es un tiempo prudencial y significativo) lo concreto es que la tasa de empleo no aumento. Esto lo relata Jean Ives Calvez en "Necesidad del trabajo".

   ¿Se puede depositar la esperanza en un "Estado mundial" como pretende Bourdieu en Contrafuegos cuando el Estado ha sido diezmado por el neoliberalismo y a pesar de eso es el principal garante de sistema?...

   Se podría pensar en un cambio revolucionario del modo de producción, pero...,  ¿están dadas las condiciones para ello?...Tal vez aún no; ahora, si tal como se predice (que en los próximos años, la masa laboral alcanzará con un dos por ciento de la actual para producir todos los bienes consumibles del planeta), la solución no alcance con meros retoques reformistas. En tal caso, el motor que vehiculizaria el cambio social no serian los asalariados (como postulaba Marx) sino los desempleados. Una sociedad sin fuerza de trabajo, además de imposible es irracional

   El trabajo, entidad esencial en la vida del hombre, actividad social por excelencia, fenómeno cultural forjador  de diversas formas de sentido que debería establecer lazos de unión y confraternidad entre los que lo realizan en forma conjunta, porque cierto es –como afirma Calvez en         Necesidad del trabajo- éste es necesario por razones que trascienden la subsistencia, pero en una sociedad como la actual, es utópico pensar en  asegurar la subsistencia mediante mecanismos de solidaridad, los cuales ciertamente existen pero en una escala reducidísima

   El trabajo se transformó en una lucha de seres que frente al terror de engrosar las filas de los desempleados, no escatiman esfuerzos en competir (si es necesario en forma desleal) ni en disimular  el egoísmo y el individualismo (elementos que se agregan a la explotación y alienacion descriptas por Marx) en un sistema actual que pretende introducir las ideas de que en ese individualismo radica la libertad del trabajador, y que este es parte de la empresa, razón por la cual el empleado se coloca la  "casaca" de la misma, ya sea por convicción, temor o adulación. Aquel que debería ser mi compañero resulta ser un potencial enemigo, dado que si supera mis capacidades corro el riesgo de que me desplace del campo laboral. De este modo el campo laboral se transforma en un gigantesco ring...¿Es posible un cambio de los vínculos sociales del trabajo en estas condiciones?...

   Evidentemente, al neoliberalismo le conviene mantener cierto "colchón" de desempleados para que no aumente el precio de la mano de obra. Pero sin dudas, los niveles de no trabajo creciendo en forma geométrica es un boomerang que vuelve contra el sistema, porque está vista la relación de proporcionalidad inversa entre productividad y consumo. ¿Quiénes son los consumidores en un mundo de desempleados?

   Castel, en su trabajo "Presente y genealogía del presente, pensar el cambio de una forma no evolucionista", postula hacer una genealogía del presente o una problematizacion histórica de las cuestiones actuales –sobre la base del pensamiento de Foucault- sosteniendo causas y problemáticas históricas que a lo largo de su curso dieron lugar a las situaciones actuales en virtud de períodos donde hubo continuidades y rupturas; periodizaciones. Situaciones actuales no son fortuitas; el vagabundeo del siglo XIV con la caída del feudalismo, o la misma problemática en el siglo XVIII con la Revolución Industrial es compatible en nuestro país con el piquetero o el recolector de cartones. Estos grupos pauperizados son la cristalización de la "Argentina potencia" que nos prometieron hace unas décadas los personeros de la hipocresía y la posterior "revolución productiva". Un gran número de este ejército de excluidos formaban parte de las empresas nacionales privatizadas.

   La tragedia económico-laboral en nuestro país tiene ribetes particulares. El Estado fue asesinado por la empresa y por los mismos que vivieron de él toda la vida. Menem concretó las privatizaciones que el líder de su partido negó poder enajenar con la reforma de la Constitución del 49, declarándolas ‘intocables’. La perversa estrategia fue llenar las empresas publicas de funcionarios ineptos destruyéndolas, y sobre la excusa de las pérdidas (que no en todas pudieron lograrlo, por ejemplo en las energéticas) esgrimir el pabellón privatizador.

   Sobre esta base y sobre la base de que en nuestro país el problema no es la automatización, sino que prácticamente no existe la industria...¿Qué hacer con el sufrimiento y el desamparo de los que fueron alcanzados por el fantasma del no trabajo?...¿Otorgar planes de jefes de familia para lavar la conciencia del Estado y paralizar alguna posibilidad de reactivación del trabajo aunque sea en forma embrionaria?

   Para nosotros, la globalización enmascara un proceso de penetración imperial imponiendo el discurso único que se viene  gestando desde

 la modernidad, proceso en el cual el trabajo bajo la forma capitalista terminó fagocitado por la tecnología. Este es el vínculo entre globalización y trabajo; se mundializa la tecnología automatizada y al mismo tiempo la pauperización del no trabajo. La mercancía es producto de la máquina, no del trabajo. Esto ampliaría el concepto marxista de alienacion; el hombre actual ya ni siquiera produce para otro y de manera forzada.

   Bouffartigue defiende un cambio en la cultura política (debate público , reconquista de los derechos laborales, etc.),bellas palabras que suenan utópicas en el marco de un sistema que por ahora lleva las de ganar y fue quien le arrebató a los trabajadores todas esas banderas.

   Alvarez, enfatiza (a mi criterio con razón) que la problemática del fin del trabajo no puede ser analizada aisladamente, sino dentro de un campo donde se entretejen relaciones institucionales, de poder, etc. ( lo real es relacional diría Bourdieu ) pero no me parece descabellado plantear dentro de estos términos una crisis estructural  que desemboque en un desempleo masivo dentro de ese mismo entretejido institucional, social y de poder  donde se fue gestando un fenómeno que tiende a exacerbarse. Pero no creo que podamos confiar en el papel del Estado.

Alvarez, Cutuli y Martino (sobre la base del pensamiento de Foucault en torno al poder) entienden que el desempleado queda fuera del control disciplinario¿Será realmente así?...Porque el desempleado es un potencial "desestabilizador" que en la medida de su crecimiento puede jugarle una mala pasada al neocapitalismo, aunque esté socialmente aislado. Cierto es que desde el control, la empresa se asegura que el sentido y significación del trabajo no pase por carriles como la solidaridad, la realización personal, el hecho de sentirse útil comunitariamente, etc. El trabajo de estos autores culmina preconizando la centralidad del trabajo, devolver el tiempo de vida a cada sujeto social, etc.; pero...¿cómo?

    En el texto de Altamira, se citan autores como Bell, quien "profetiza" que los empresarios e industriales de hoy serán reemplazados por los poseedores de conocimiento...¿Los mismos que son funcionales a las empresas?

   A propósito de Gorz en "La metamorfosis del trabajo", Altamira cita las reflexiones de este autor cuando plantea la autogestión y autonomía obrera para oponerse al capital. Yo me pregunto de qué manera esto es posible sin un cambio radical en la estructura económica. El mismo autor (siempre citando a Gorz) nos relata que en "La metamorfosis", se dice que "el trabajo obrero pasó a la máquina", por ende se volatiliza toda posibilidad  revolucionaria del proletariado, cuando en realidad es el trabajo humano quien sigue siendo  el hacedor de la productividad.

   Altamira también  resalta la importancia de los sindicatos, entidades vecinales y barriales  para rechazar el liberalismo despótico. A mi entender, estas propuestas son endebles (por no decir imposibles) dentro del marco del mismo sistema que se pretende rehusar.

 

 

 

 

CITAS  BILIOGRAFICAS

 

 

 

1-RIFKIN- El fin del trabajo, pag.25

2-ALVAREZ,CUTULI, MARTINO-¿Podremos imaginar algo mejor?. Precarizacion y control social en el neoliberalismo

 

 

 

BIBLIOGRAFIA

 

 

 

ALTAMIRA,C-¿Adiós al trabajo? En Realidad Económica, 143,1997

ALVAREZ,N – CUTULI,R – MARTINO,A-Es posible imaginar algo mejor. Precarizacion y control social en el neoliberalismo en ABRAHAM  y otros, UndeMdP, 2001

ALVAREZ, N –"El mito del fin del trabajo, una revisión critica a las tesis apocalípticas" en Asalto a la razon,2, junio de 2001

BOUFFARTIGUE,P-¿Fin del trabajo o crisis del trabajo asalariado? En Revista Sociología del trabajo,29, Madrid, 1997

RIFKIN,J- El fin del trabajo. Nuevas tecnologías contra puestos de trabajo, Paidos, Barcelona,1986

 

 

 

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