Por Sergio Carbone

Magister y Profesor en Filosofía

 

 

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IMAGINARIO, CUERPO Y SOCIEDAD TECNOLÓGICA (2005)

 

    El objetivo de este trabajo es llevar a cabo una exégesis crítica de los textos estudiados y seleccionados donde se desnuda la relación entre imaginario colectivo, subjetividad, cuerpo y sociedad tecnológica.

    La  Edad Moderna fue la condición que posibilitó las formas del mundo actual; surgimiento del modo de producción capitalista, surgimiento de las grandes Revoluciones Científicas que propiciaron el posterior desarrollo tecnológico, las Revoluciones Políticas de Inglaterra, el surgimiento de la Revolución Industrial, la Revolución Francesa, la instalación de la idea de progreso constante y creciente, etc. Pero en ese período de la historia, irrumpieron también conceptos con los que se instalaron fuertes vínculos entre el cuerpo, el modo de producción imperante y la ciudad.

    Adam Smith estableció una analogía entre la circulación de los objetos del mercado libre –producto del trabajo- y la circulación sanguínea. Esta circulación mercantil-corporal necesitaba un espacio físico donde poder desarrollarse, ese espacio fue la ciudad (la carne instalada en la piedra).

    Estas ideas (basadas en Harvey) revolucionaron los planes de urbanización tendientes a crear espacios de circulación en la ciudad, circulación que se convertía en el marco del capitalismo, en un valor –podríamos decir- "bioeconómico". La ciudad del Siglo de las Luces debía reflejar la imagen de un cuerpo sano en una sociedad sana, así, el uso del papel para limpiar excrementos, la limpieza de los orinales y la limpieza de basura en las calles, debían ser los hábitos de cuerpos sanos que se reflejaban en una ciudad tan "limpia y sana" como el modo de producción que imperaba, porque éste así necesitaba a sus habitantes.

    Foucault, cuando desarrolla el surgimiento de la medicina social en su "Historia de la Medicalización", plantea que la medicina se inscribe en la gran maquinaria de poder del siglo XVIII (el capitalismo) y en su segundo estadio (urbano) se reorganiza en Francia el espacio de la ciudad de Paris por razones políticas, económicas y sociales. La ciudad suscitaba temores que era preciso conjurar. Frente al hacinamiento se esgrime toda una política de higiene pública ante los lugares, las cosas y los elementos que podían provocar y difundir enfermedades: los cementerios, las cloacas, el agua y el aire. Para controlar este último, se abren grandes avenidas que son corredores de circulación de aire, desarrollándose así el concepto de salubridad del medio ambiente, pasando a ser la ciudad el objeto de medicalización, siendo su propósito final el manejo y control del cuerpo.

    Los arquitectos comenzaron a utilizar las palabras "arterias" y "venas" en las calles de la ciudad parisina.

    El proceso de planificación de "ciudad saludable" también se llevó a cabo en Washington luego de la independencia.

    Las virtudes del libre mercado eran análogas a las de la salud corporal, y así como en el cuerpo, a mayor circulación, más especializado y mejor será el trabajo. Sennet en "Carne y Piedra" nos dice que el periódico más radical de Paris –en plena Revolución- sostenía que no podía haber una verdadera revolución si el pueblo no la sentía en su cuerpo. Entiendo que esto y lo expuesto anteriormente se vincula con la categoría introducida por Pierre Bourdieu: la "historia hecha cuerpo", como significación de lo que este autor denomina "habitus"; la historia individual y social de los actores que componen una realidad social.

    Un cuerpo femenino fue hecho emblema de la Revolución; el de Marianne, con sus pechos desnudos, creando así el imaginario de aquello de lo cual debían "nutrirse" todos los ciudadanos en el nuevo orden social.

    Pero los cuerpos que circulan por la ciudad, deben hacerlo en forma individual, sin que se produzcan aglomeraciones. Debe reinar la indiferencia y la falta de comunicación, de lo contrario se podrían generar críticas y sublevaciones. El diseño compatibilizó la ciudad de manera análoga a la división del trabajo, del mismo modo, el tren hizo que los viajeros no vieran los rostros de sus acompañantes sino sus espaldas.

    Toda esta metáfora de la circulación sanguínea llevada a lo mercantil y surgida en la Modernidad se traslada (según Ferrer en "En La Frontera, Globo y Nación") al transporte, a la circulación financiera y mas tarde al automotor y la información. Esta afirmación me parece acertada, pero yo agregaría la circulación simbólica del discurso único, hegemónico y dominante, producto de la sociedad tecnológico-capitalista-empresarial.

    Si nos remontamos a los orígenes míticos de algunas ciudades como Cnosos –por ejemplo- vemos que el mito plantea el origen de la ciudad como una trampa; la forma elegida fue el laberinto...,¿cómo se puede salir hoy de la trampa de la ciudad? La ciudad se fue transformando en una pesadilla con el desarrollo industrial; la pesadilla del hacinamiento, la falta de higiene y el triste desarraigo de los inmigrantes que dejaron el campo. Los cuerpos que habitan la ciudad son victimas de la violencia técnica: la paradoja de los muertos por la "salvadora y progresista" tecnología. Podemos hablar de los muertos por accidentes producidos por objetos tecnológicos y desastres ambientales. Podemos hablar de los miles de cuerpos que morían en una batalla hasta el siglo XIX. Podemos hablar de los millones de cuerpos que morirían hoy en toda una ciudad alcanzada por un misil lanzado por los "personeros del progreso", los mismos que en otras épocas fomentaron el individualismo en el imaginario de los cuerpos que habitaban la ciudad para evitar sublevaciones y hoy generan en ciudades como la nuestra otra formas de egoísmo e individualismo: el de aquel que tiene trabajo y teme engrosar las filas de los desempleados.

    Desde el siglo XIX, la ciudad comienza a ser concebida como parte de un todo orgánico (la sociedad industrial) por el positivismo. En esta sociedad de masas, el todo está integrado y estabilizado a través del control social.

    Spencer, preconizando el principio de las leyes sociales análogas a las de la naturaleza, establece el darwinismo social; los más aptos son los integrados a la sociedad industrial –garantía de progreso- justificación del dominio de un grupo humano por otro. Ideas estas tan seductoras para la tristemente célebre generación del 80 en nuestro país, justificando el genocidio de la Campaña del "Desierto" e inspirando al "padre del aula" para escribir Civilización o Barbarie.

    Ya que se hizo mención de nuestro país, cabe señalar que siempre fuimos excelentes "importadores de ideas beneficiosas" como la de mundialización o globalización||||||||||||||||||||||||||, idea que a mi criterio enmascara un proceso de penetración imperial, imponiendo el discurso único que se viene gestando desde la Modernidad con la idea de progreso y hoy alcanza su máximo apogeo valiéndose de las herramientas que le confieren las tecnologías blandas como la propaganda (que será tratada mas adelante) y la sociología; arma de doble filo que se vale –utilizando categorías de Bourdieu- de estrategias de ortodoxia (siendo éstas las dominantes), introduciendo en el imaginario colectivo la idea conservadora de mantención del statu quo, producto de la manipulación de conciencias. Esta es la cara monstruosa de la sociología, la contracara (mucho mas pequeña) son las estrategias de herejía que fomentan el pensamiento critico, cuestionador y desenmascarador

    Pero esta "importación" de ideas seductoras en nuestro país nunca fue tan inocente como se puede llegar a creer. Aquí se llevo a cabo una política económica sarcástica a sabiendas de que no es factible una globalización de los beneficios de nuestra civilización tecnológica y que el retraso de grandes sectores empobrecidos no es un "todavía no" sino un efecto estructural de este mismo desarrollo. Todo este proceso se llevó a cabo en el marco de un Estado diezmado por la economía capitalista (de la cual sigue siendo garante) y por la empresa.

    ¿Pueden los males sociales como los que padecemos en nuestro país tener un impacto patológico sobre la estructura somática?...Tal vez sí, pero solo en aquellos que son portadores de una profunda sensibilidad crítica o en los desposeídos; el mal no afecta solo el cuerpo de algunos intelectuales. Seguramente se pueden encontrar seudoterapias actualizadas para "curar" estos males: libros de autoayuda, cocaína (elíxir de la eficiencia y la productividad para algunos, garantía de euforia amnésica para otros), pasta base, etc. Pero...,¿cual es la verdadera y sana curación si la hay?...,¿el aeropuerto internacional?...,¿el campo?...,¿la psicoterapia ligada al cóctel de psicofármacos?...¿el recurso místico?...Yo ni siquiera puedo esbozar una respuesta ante estas preguntas.

    Las ideas "seductoras" que hemos importado en nuestro país conllevan poder, el poder que posee todo aquello que se hace desear: los objetos de consumo como fuente de deseo y su fácil acceso –como sucedió en la Argentina de los 90- estableciéndose una relación de espectáculo entre los objetos de consumo hechos "cuerpo" en tanto fuente de deseo ante la mirada de los cuerpos que desean. Todos conocemos el final de este dramático espectáculo.

    Pero resulta ser que las ideas deben –de alguna manera-  difundirse e introducirse en la conciencia colectiva. Deben circular también como la sangre y generar los efectos buscados. La circulación de ideas se masificó de la mano de la técnica, razón por la cual los positivistas vieron la importancia que tenia la comunicación para hacer circular e introducir ideas, mercancías, mensajes y hombres (vieron en el ferrocarril esta posibilidad; obviamente, nuestros "héroes y próceres" de la generación del 80 también), no es casual que hayan sido los gestores de las redes ferroviarias en nuestro país.

    Hoy, los medios masivos de comunicación adquirieron la sofisticación que les confirió la tecnología, pero el periódico fue el primer medio para vehiculizar ideología, así, el pensamiento único encontró su medio de difusión: noticia e ideología se amalgaman en la medida que la ideología imperante explica la noticia y dirige la atención del publico hacia ella.

    La ideología no se vale solo de la noticia para circular y manipular conciencias, la propaganda política es un excelente medio para alcanzar este objetivo, siempre de la mano del desarrollo tecnológico. Mattelant cita con acierto de qué forma –en los comienzos de la guerra fría- la ciudadanía norteamericana, enfervorizada por la presión que ejercía la propaganda anticomunista, provocó la condena a muerte de Sacco y Vanzetti. Las redes comunicacionales norteamericanas se expanden como "arterias y venas" por todo el continente porque la propaganda anticomunista debía –naturalmente- internacionalizarse, de esta manera, los componentes de la tríada: propaganda ideológica-desarrollo tecnológico de los medios de comunicación-negocio, pasan a ser una y la misma cosa. El torrente cruza el océano y disemina sus "vasos sanguíneos" por Europa. La industria cinematográfica de Holliwood también pasa a formar parte de la tríada mencionada anteriormente, y más tarde (después de Vietnam) convenciendo solo a los menesterosos de credulidad con sus hipócritas autocríticas. Es evidente que las multitudes quedan sin herramientas ante semejante monstruo comunicacional.

    A medida que se va consolidando la civilización técnica, el monstruo comunicacional comienza a abarcar los aspectos culturales y científicos de la vida con Congresos, Jornadas, etc. Pero el socialismo debía dar algún tipo de batalla a la hegemonía comunicacional y lo hizo con medios también comunicacionales, creando sus propios periódicos: efímero recurso para luchar contra la ideología de masas y sus demiurgos.

    El torrente propagandístico encontró el gran episodio para desplegar completamente sus alas en un conflicto masificado: la primera guerra mundial, donde mas allá de lo militar pudo ejercer su potencia ideológica para captar conciencias. La propaganda no solo se vale de la técnica sino que irrumpe ella misma como una técnica.

     En el marco del desarrollo tecnológico ligado a los medios de comunicación, creo que la televisión merece una reflexión aunque sea breve (es el único medio que ejerce su acción sobre dos sentidos). La pequeña caja reúne todos los atributos que se fueron desplegando a lo largo del tiempo a través del vínculo desarrollo técnico-medios de comunicación de alcance masivo. La noticia, al ser imagen móvil, viva (a diferencia del periódico o la radio) se convierte en un potente reforzador de la ideología que la sustenta. Con la propaganda política ocurre algo semejante. La televisión hizo de la imagen y de los hombres y mujeres que la componen, autoridades indiscutidas. La televisión "entretiene", domina conciencias y domina los cuerpos de los que la consumen generando deseo mostrando cuerpos que encarnan un Ideal de Belleza impuesto cuando se trata de jóvenes muchachas y difundiendo el mito de la eterna juventud cuando se trata de añosas damas con pómulos estirados. La televisión es creíble y espontánea (aunque en los cortes publicitarios, la producción indique aquello que se debe hacer y decir).

    Pero, paradójicamente la televisión puede ser útil. Por ejemplo la Italia de la explosión industrial de los 70 comenzó a transformarse en un país desarrollado que no se preocupó por la alfabetización de toda una generación de la posguerra. Estas mujeres y hombres desconocían el idioma italiano; solo hablaban sus dialectos. Aprendieron la lengua oficial de su país siendo ya grandes y viendo televisión, porque el Estado no se ocupó de esto; el despegue económico era mucho más importante.

    La televisión constituye un claro ejemplo de la industria cultural en tanto máquina de producción de objetos culturales a través del entretenimiento; el sistema capitalista con su "virtud" de transformar todo en mercancía, hizo lo propio con la cultura y la televisión es el gran medio para hacer circular y consumir este "capital", haciendo de esta operación un espectáculo. Todos los objetos y cuerpos (cosificados) que nos muestra la televisión constituyen una mercancía, por lo tanto entra en juego el dinero como intermediario entre el cuerpo del espectador y el cuerpo o los cuerpos dadores de espectáculo.

    ¿Las diversas formas que adopta la vida como "espectáculo" llegan a proporcionarle bienestar al sujeto?...Un pensador como Marcuse apela a su convicción de que no hay tal bienestar ni felicidad sino estados de euforia dentro de la infelicidad y como los demás representantes de la Escuela de Frankfurt, plantea que es connatural al hombre el dominio de la naturaleza a través de la técnica con todas sus consecuencias. Un siglo antes, Schopenhauer nos decía –apelando a un pesimismo sin salida- que el sufrimiento se nos impone indefectiblemente. Los dolores y los males del cuerpo y la subjetividad actual buscan su paliativo en las distintas manifestaciones tecnológicas (siempre y cuando se tenga acceso a ellas), utópica búsqueda de bienestar justamente en aquello que –en gran medida- es causa del malestar, depósito de la confianza en la biotecnología (manifestación de la pedantería de la razón con la posibilidad de manipular y hasta fabricar cuerpos –patentados por supuesto-), la informática y ceguera respecto al divorcio entre las formas tecnocientificas y la ética, producto de una racionalidad instrumental pragmatista que somete al cuerpo a la técnica para conseguir el "bienestar" prometido a la subjetividad.

    El cuerpo se ha transformado en blanco de la tecnología, tanto para "paliar" sus sufrimientos como para transformarlo en fuente de placer (siempre cosificado y mercantilizado), como a través de la pornografía.

    Acuerdo con los males descriptos por los autores citados más arriba, pero no adhiero a estas ideas pesimistas en cuanto a su desenlace –tampoco a un optimismo ilusorio e infundado-. Simplemente creo (esperanzadoramente) que si el hombre es un ser histórico y su historicidad lo condujo a esta crisis de malestar, el propio hombre puede y debe cambiar su historia apelando a la critica y la voluntad transformadora.

    Si retornamos al inicio (relación cuerpo-ciudad) y trasladamos la mirada a esta ciudad que nos alberga, podemos vislumbrar ciertas características que son propias del dualismo Buenos Aires-cuerpos que la habitan.

    Los atributos culturales de Buenos Aires, su particular historia de inmigración (cuestión bifronte que nos puede hacer sentir herederos de tiernas y o tristes historias o extranjeros en nuestra propia tierra) y las posibilidades que la piedra porteña puede brindar, hoy no alcanzan siquiera para generar un bienestar fugaz en sus cuerpos. Seguramente hay una ciudad visible y otra oculta y clandestina; los cuerpos de la ciudad visible denotan el malestar propio de cualquier habitante de ciudad más las frustraciones de todo lo que pudo haber sido y no fue; un Estado que decayó hasta su casi extinción, la posibilidad de importar movimientos de cambio (que no prosperaron ni en sus lugares de origen), etc. A partir de aquí, la búsqueda del seudobienestar en el placer corpóreo o las alternativas individuales de las que ya se habló.

    La ciudad oculta y clandestina alberga cuerpos fantasmagóricos y nocturnos vinculados a la prostitución, la droga, el juego, el adulterio; formas que no por esto escapan al malestar de la subjetividad.

    En todos los casos el cuerpo es blanco de los males actuales, males que se "compensan" con tecnologías bioestéticas, muestras de la desesperante incertidumbre ante el futuro del "mejor de los mundos posibles".

 

 

  

 

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BIBLIOGRAFIA

 

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