Por Sergio F. Carbone

Magister y Profesor en Filosofía

 

 

 

 

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SÓCRATES DESDE NIETZSCHE: HACIA UNA ÉTICA NIETZSCHEANA (1996)

 

 

 

INTRODUCCIÓN

 

La intención de este trabajo es presentar un Sócrates desde la perspectiva de la crítica nietzscheana, crítica hecha en función de una teoría nietzscheana del arte, la cual constituiría una estética que aporta una ética que irrumpe en medio de los escombros producidos por el desenmascaramiento de una tradición moral a la que Nietzsche no responde con un inmoralismo.

 

 

1.      ¿HAY UN LUGAR PARA EL ARTE EN LA FILOSOFÍA SOCRÁTICA?

 

La sentencia oracular del “conócete a tí mismo” tomada por Sócrates y reformulada por él como “una vida sin autoanálisis no merece ser vivida”, funda una nueva moral basada en la razón.

Esta ética basada en la razón conduce a la conciencia moral; ya no basta con actuar buena o justamente sino que se debe saber que así estamos obrando. Hay en Sócrates una condena a la moral de su tiempo, la cual estaba ligada al elemento religioso y se expresaba a través de una forma artística: la tragedia.

Desembarazada de todo elemento “extraño” exalta la razón y hace derivar todo del conocimiento (identificándolo con la virtud); la ciencia comienza a marcarle el rumbo al hombre. Todo en Sócrates implica un cálculo lógico, hasta el acatamiento de su propia condena a muerte es la consecuencia de un razonamiento (Critón). Sócrates se eleva al rango de héroe en tanto dialéctico.

El instinto es despreciado por Sócrates en tanto antítesis de la razón y por ende, elemento extraño a la moral, pero hay un lugar para el instinto en el fenómeno del demonio: voz interior, fuerza divina que lo conduce al obrar allende el pensamiento cuando éste no alcanza.

Creo que podríamos preguntarnos si a partir de este espacio dado por Sócrates al instinto se abre la posibilidad de un lugar para el arte en una filosofía de corte netamente racionalista.

Si en Sócrates hay un lugar para el arte, éste es entendido como una inspiración de carácter divino. No habría creación en el sentido riguroso de la palabra (al menos por parte de los hombres) sino interpretación de la obra de los dioses.

 

“Como los poetas no componen merced del arte, sino por una inspiración divina, y dicen sobre diversos objetos muchas cosas y muy bellas, tales como las que tú dices sobre Homero, cada uno de ellos sólo puede sobresalir en la clase de composición a que le arrastra la musa”

Ión –Ed. Porrúa- Pág. 98

 

Sócrates sería la expresión del hombre racional (al cual pretende desenmascarar Nietzsche en Sobre verdad y mentira en sentido extramoral) que cubre con su coraza al intuitivo, al creador que da rienda suelta a sus impulsos e instintos.

Veo en Sócrates el echar mano al instinto a través del “daimon” una posibilidad abierta (si bien en él no se traduce en creación artística salvo aquella inspiración generadora de música durante sus últimas horas), un fenómeno semejante al recurso platónico de valerse del mito para explicar aquello que a través del Logos sería inexplicable; pero acuerdo con Nietzsche que esta forma artística de la que Platón obviamente  no pudo desprenderse quedó subordinada a la filosofía.

No podemos sustraernos del momento social e histórico en el cual vivió el maestro de Platón, por tal motivo conjeturo que tal vez debió apelar a la tiranía de la razón para llevar a cabo su lucha tendiente a evitar que el mundo cayera en manos del relativismo sofístico y el nihilismo onto-gnoseológico que aquel entrañaba (y se concretó en las tres famosas sentencias de Gorgias).

 

 

2.      ¿PORQUÉ LA VIDA ES DIGNA DE SER VIVIDA EN SÓCRATES?

 

Contrariamente a la pretendida sabiduría de los sofistas, Sócrates proclama la necesidad de conocerse a sí mismo, adquirir conciencia de los límites y de la consistencia verdadera del propio saber; si su sabiduría no está en el saber más cosas que los otros, radicará entonces en el saber de no saber.

En la purificación espiritual que genera su método, lo que interesa es el problema ético (las cuestiones físicas están fuera de su investigación) y las morales encuentran sus conceptos a raíz de la ciencia cuyo valor yace en su identificación con la virtud.

El hábito de conocer y evaluar el bien y el mal, buscando el primero y huyendo del segundo, hacen del hombre un ser virtuoso, feliz; un hombre cuya vida es digna de ser vivida. Hacer el bien es vivir bien, y a este vivir bien son intrínsecas las leyes morales.

Aquello que en Sócrates hace a la vida digna de ser vivida lo transforma en un desdeñado por Nietzsche. A los ojos de Nietzsche, Sócrates sería un conservador del plano mas rudimentario y pragmático de la vida humana: el plano biológico, aquel donde el conocimiento  funciona como invento conservador de la vida, conocimiento que para colmo es de carácter moral.

 

 

3.      NIETZSCHE: EL MUNDO Y EL HOMBRE COMO FENÓMENOS ESTÉTICOS QUE SE FUSIONAN.

 

En la fusión del hombre con el mundo habría una unión de lo estético con lo estético, dado que el mundo mismo es un fenómeno estético; fenómeno estético que reúne tanto lo justo como lo injusto, lo bello y lo horroroso.

Esta conjunción de contrarios –en una relación de tensión que recuerda a Heráclito y su proceso del devenir y flujo perpetuo de las cosas a partir de la lucha entre opuestos- es la expresión de una relación que se da en lo que para Nietzsche es la más excelsa de las manifestaciones artísticas: la tragedia ática. Así como la vida es generada por la dualidad de los sexos, la tragedia se origina con el concurso de dos principios: lo apolíneo y lo dionisíaco. Lo apolíneo es entendido como principio de individuación: subjetividad, exaltación del yo, en lo dionisíaco hay una pérdida de la identidad surgiendo una fusión absoluta del individuo con el alma del mundo. Ésta es la fusión estética a la que hace alusión al inicio; el hombre griego se siente parte de la physis y como tal ostenta el doble carácter de ésta (la lucha de Homero).

Lo horroroso lo podemos ver por ejemplo en la leyenda de Sileno; la angustia de la existencia es transformada en creación artística y así la vida adquiere valor. Surge de este modo el mundo de los dioses olímpicos y el mundo humano adquiere sentido en virtud del mundo de los dioses producto de la creación artística de los hombres.

 

4.      ¿POR QUÉ LA VIDA ES DIGNA DE SER VIVIDA EN NIETZSCHE?

 

Para Nietzsche, la vida se manifiesta en tres planos: el biológico, el existencial y el metafísico.

El biológico es el plano de la conservación de la vida, aquí el conocimiento funciona como invención del hombre para la conservación de la vida (Sobre verdad y mentira...), opera aquí una concepción pragmática: el conocimiento en función de la vida. Pero ésta debe ser digna de ser vivida.

En este plano, la invención del conocimiento hace que el hombre se sienta centro del universo siendo el arquetipo el filósofo quien no ve la arbitrariedad de ese instante ni lo efímero de la razón.

Para hacer de la vida algo digno de ser vivido hay que sacarla del plano biológico que se repite mecánicamente y ponerla entonces en el plano existencial que es el juego de las creaciones; aquí es donde aparece el arte. El arte salva a la vida transfigurándola, devolviendo su ilusión a la voluntad, creando sobre lo creado (el hombre y el mundo), y así el hombre, al saberse creador “vive de tal modo que quiere vivir otra vez cada momento y vivir del mismo modo eternamente”.

El plano metafísico (abarcador de los otros dos) hace del arte un vehículo del conocimiento; el arte revela el ser apareciendo como la verdadera filosofía y la tragedia muestra lo trágico del ser en su universalidad.

 

5.      CONFIGURACIÓN DE UNA TEORÍA DEL ARTE EN NIETZSCHE, ¿TRAMPOLÍN HACIA UNA ÉTICA NIETZSCHEANA?

 

Encuentro que hay diversos elementos en virtud de los cuales podríamos elaborar una teoría del arte nietzscheana:

a)      El arte como emergente de una lucha entre dos principios contrarios: Apolo – Dionisos

b)      El arte entendido como un juego con el ensueño y la embriaguez (contraste análogo al de los dos principios, en el ensueño se manifiestan las imágenes, siendo Apolo el dios de las formas, formas a las que la sensibilidad del artista dará un tratamiento semejante al que le confiere el filósofo a la realidad en que vivimos y existimos. En la embriaguez está Dionisos que con su poder “narcótico” vivificará la alianza del hombre con la naturaleza despertando así esa exaltación gozosa propia del individuo que se olvida de sí mismo y se permite así saborear la felicidad de vivir.

c)      El arte identificado con la filosofía misma que en tanto revelador del ser se constituye en lo mas elevado del espíritu humano.

d)      El arte entendido como entidad omniabarcadora en cuanto a su diversas formas tal como sucede en la tragedia que contiene fusionadas todas las artes (poesía, música, coreografía, etc.)

Tal vez en los puntos a y b encontremos la posibilidad de una visión ética surgida de esta estética nietzscheana.

Apolo, en tanto divinidad ética exige la medida, la sopho y para conservarla se hace necesario el conocimiento de sí mismo; el oráculo de Delfos (consagrado a Apolo) expresa con su famosa máxima la moral de la razón que luego desarrollaría Sócrates, perpetuándose en la tradición y que obviamente Nietzsche intenta desenmascarar para quedarse con ética dionisíaca que resalta los valores del goce la belleza, las pasiones.

El héroe trágico es un disfraz del héroe original –Dionisos- y con el castigo al héroe se establece la medida apolínea.

Hay en la tragedia una ética de la responsabilidad; el héroe trágico se hace criminal y asume las consecuencias pagando, por lo tanto se hace bueno. El hombre es bueno y malo, justo e injusto. Ética dionisíaca que contiene en sí ese doble carácter.

 

6.      CONCLUSIONES

 

En este trabajo apareció el término instinto en reiteradas oportunidades y me veo en la obligación de aclarar que tanto en Sócrates como en Nietzsche, instinto es opuesto a la razón, pero si bien en Sócrates el instinto queda restringido al fenómeno de daimon y a una posibilidad tal como desarrollé en el 1er punto, en Nietzsche el instinto es un abanico que abarca toda la voluntad creadora.

Si seguimos instalados en el plano de la crítica nietzscheana a Sócrates, cabe señalar que esta crítica permite entender más a Nietzsche que a Sócrates. Esto no significa que el autor del Origen de la tragedia haya visto en Sócrates un blanco gratuito de su ataques para fortalecer una posición filosófica que de otro modo hubiera sido imposible de sostener (aunque a veces la crítica se torna despiadada); encuentro que a los ojos de Nietzsche, Sócrates sería la expresión mas genuina del hombre racional que cubre con su coraza al intuitivo. De ahí el desdén de Nietzsche hacia el padre de la lógica aquella ciencia “insoportable cual avispas”.

Volviendo a la voluntad de ilusión (adquirida con el arte), constituye una desmitificación de la voluntad de verdad (la cual esta al servicio de la conservación de la vida). Esto mostraría el carácter constructivo de la filosofía nietzscheana; así como no critica gratuitamente a Sócrates, del mismo modo no destruye gratuitamente la moral tradicional. La moral tradicional (que se manifiesta encarnada en el cristianismo) es a los ojos de Nietzsche antiestética, y en tal sentido negadora de la vida; justamente la afirmación de la vida postulada por Nietzsche radicaría en la exaltación de su sentido estético (en tanto fenómeno artístico) y en su condición de inmoral (al menos en los términos de la moral tradicional).

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

NIETZSCHE, F. – El Origen de La Tragedia, trad. OVEJERO MAURI, Austral 1964.

NIETZSCHE, F. – Sobre Verdad y Mentira en sentido extramoral – trad. VALDÉS-ORDUÑA, Tecnos 1990

PLATÓN – Diálogos, Ión, Porrúa 1993

 

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